Servidores en el océano

Servers in the ocean

 El «Proyecto Natick» es un experimento de Microsoft que se completó en 2020. El 14 de septiembre, la empresa anunció oficialmente el resultado positivo de la prueba de fiabilidad del centro de datos. Toda la complejidad del proyecto residía en la ubicación de la tecnología: en el fondo del océano. Naturalmente, era necesario poner todos los dispositivos en una carcasa fiable y sincronizarlos de tal manera que no fuera necesario un mantenimiento posterior.

Objetivos del experimento

Para lograr sus objetivos, uno de los cuales era establecer un ciclo de refrigeración natural, la empresa utilizó las últimas soluciones tecnológicas. La temperatura global del océano permite eliminar los costosos sistemas de ventilación y aire acondicionado de la organización de los servidores, mientras que las especificidades de su funcionalidad requieren un funcionamiento continuo las 24 horas del día. Los especialistas del proyecto crearon una robusta cápsula que sirve tanto de protección contra la entrada de agua como de elemento de refrigeración. Este enfoque de la construcción de servidores tiene muchas ventajas:

  1. La ubicación territorial, que permite acortar las distancias con los usuarios de la red y minimizar el tiempo de exploración de las consultas de búsqueda. Al fin y al cabo, un estudio reveló que el 45% de la población mundial vive a menos de 100 km de una zona costera.
  2. No hay necesidad de ventilación y refrigeración artificial.
  3. Tiempo de construcción: hasta 3 meses en lugar de varios años para un centro de datos estándar.
    4 Exclusión de todos los factores negativos inherentes a los centros de datos en tierra – condiciones meteorológicas adversas, fuerza mayor del personal de mantenimiento, impacto de los fenómenos atmosféricos, en particular – la humedad.

Las desventajas son la falta de mantenimiento estándar, pero los riesgos se minimizan por la longevidad y la funcionalidad ininterrumpida del diseño.

Servidores bajo el agua

¿Cuál es el proyecto?

Para probar el derecho de distribución mundial de dicha tecnología, Microsoft comenzó a experimentar en 2015. Cuando un equipo de expertos se convenció de que era posible y de que había perspectivas para el desarrollo de instalaciones de servidores en el fondo del océano, se colocaron 864 servidores de la empresa en una cápsula, llamada apropiadamente «Northern Isles», a 35 metros de profundidad en la primavera de 2018, cerca de las islas Orcadas. A lo largo de varios años, se realizaron pruebas que confirmaron la fiabilidad de este diseño: hubo ocho veces menos fallos que sus homólogos terrestres.